El pasado 21 de noviembre se celebró una mesa
redonda muy especial “Els altres… del cinema” (“Los otros…del cine”) en el Aula
Magna de la Universidad de Barcelona (UB), como actividad paralela de la
exposición “L’experiència màgica del cinema” (“La experiencia mágica del cine”)
que puede verse actualmente en el vestíbulo del Edificio Histórico de la UB.
Esta mesa quiso ser un homenaje a todos esos profesionales del cine cuyo
trabajo no es suficientemente reconocido pero que es esencial para que una
película llegue a las salas de cine. Los participantes fueron Tomàs Pladevall,
director de fotografía; Yvonne Blake, figurinista, Sandra Sánchez, directora de
casting, y Elisabet Prandi, directora de fotografía, realizadora y productora
(Arpa Films).
Tomàs Pladevall fue el primero en iniciar las
intervenciones. Afirmó que el director de fotografía es de alguna manera la
mano derecha de la imagen de los directores o directoras de las producciones en
las que trabajan. Recordó que en los
años 60 se estableció el concepto de autoría del director en la moderna
cinematografía, concepto que se extendió en todo el mundo. Incluso en las
películas norteamericanas el director se otorga también esta autoría sobre el
conjunto de la obra. Este concepto de autoría es el que también reclaman desde hace
muchos años los directores de fotografía desde sus asociaciones. Tomás
Pladevall lo hace desde la AEC, (Asociación Española de Autores de Obras
Fotográficas Cinematográficas). Hizo una broma al respecto diciendo que “parece
absurdo, pero a nivel de derechos de autor podemos decir que los directores de
fotografía realizamos unas imágenes para que los músicos pongan una banda
sonora”. Hizo miradas retrospectivas de los inicios del cine. Explicó que
cuando nació el cine no había especializaciones y el propio cameraman era el
director y a la vez era muchas veces el productor. Más tarde se estableció por
necesidad la figura del director y el cameraman se dedicó puramente a la
fotografía. También desde la primera época la profesión de director de
fotografía tenía la aureola de que estaba fabricando una imagen que nadie veía.
Había una especie de magia y también mucho secretismo. Recordó la época en que
existía el sindicato vertical y las dificultades que encontró para acceder a su
profesión ya que si uno no tenía el carnet no podía trabajar. Le exigían una
experiencia que no había tenido oportunidad de tener por lo que le denegaban el
carnet, al final se lo dieron pero fue advertido que la entrega del carnet no era garantía de que
fuera a trabajar e el cine. “Afortunadamente –manifestó- no trabajé
inmediatamente, es un trabajo que necesita una cierta sedimentación, pero
finalmente un director me dio la oportunidad de hacer mi primer largometraje, a
partir de entonces hice 4 ó 5 películas al año”. Con sentido del humor, Tomás
Pladevall dijo que todos los directores de fotografía hablamos muy bien del
director, porque en el fondo quien nos contrata es él. Destacó la importancia
de que exista un buen diálogo entre ambos. Hizo hincapié en el hecho de que en
muchas películas la gente no sabe que ha aportado uno u otro. Hay casos muy
sonados, por ejemplo citó "Ciudadano Kane", la primera película de
Orson Welles, quien tuvo a su lado al director de fotografía Gregg Toland,
“quien aportó cantidad de cosas que muchos cineastas creen que son aportaciones
de Orson Welles, entre otras cosas el concepto de profundidad de campo”. Pero
entonces ya se empezaba a reconocer la figura del director de fotografía y el
mismo Orson Welles puso en los títulos de crédito debajo de su nombre con el
mismo tamaño de letra dirección fotográfica de Gregg Toland. En los años 40,
los directores de fotografía ya tenían un título propio en los créditos. En los
años 30 el reconocimiento del director de fotografía viene por parte de los
actores. Fue la época del glamour, del star system, y los actores pedían que
les iluminara determinado director de fotografía. Finalizó diciendo que, ahora
que está jubilado y puede hablar con sinceridad, hay casos en que el director
aporta mucho al director de fotografía pero muchas veces es al revés.
La participación de Yvonne Blake despertó
mucho interés por su extraordinario curriculum con un Oscar y cuatro Goyas en
su haber. Incluso el programa Cinema 3 de la televisión de Cataluña solicitó
hacerle una entrevista. Inició su intervención afirmando que hay muchos tipos
de diseñadores de vestuario entre los que se encuentra ella. Hizo una
descripción de ellos “A algunos les gusta hacer documentación y bocetos, otros
son maravillosos compradores en tiendas, buscan ropa en mercados y mercadillos
y hay los que hacen unos collages con
fotografías, unos montajes para enseñar al director. Todos son muy válidos
porque aunque todos trabajen de manera distinta todos tenemos el mismo
objetivo, que es enseñar nuestros personajes en la manera que están vestidos,
quienes son, de donde vienen, su psicología”. Para ella uno de los piropos más
grandes es cuando el actor o actriz se mira en el espejo y dice “ahora me
siento en mi papel”. Hizo algunas puntualizaciones respecto a su profesión,
aseguró que los que hacen vestuario para cine no son diseñadores de moda ni son
estilistas, que una película actual es más difícil que una de época ya que “cuando
uno hace una película de época tu buscas la documentación y tu eres la experta.
Tienes que dar las mismas características de creatividad como una película
actual, pero una película actual siempre tienes los gustos personales de los
actores, etc”. Comentó que cuando llegan premios como los Oscar o los Goya, casi
siempre van a una película de época y considera que es injusto muchas veces. Recordó
sus inicios en la profesión a la que quiso pertenecer desde que tenía uso de
razón y cuando con 14 años vio la película "Cara con Angel". Le
entusiasmó la belleza de su vestuario, y fue en ese momento cuando decidió que
quería ser figurinista. Explicó que a lo largo de 50 años ha trabajado como diseñadora de vestuario, ha participado en
unas 56 películas y en medio ha tenido tiempo para hacer también teatro, ballet
y muchas otras cosas. Confesó que se siente muy afortunada de haber vivido
haciendo un trabajo que le apasiona, pero que está lleno de muchas
dificultades. Por ejemplo, recuerdó los sufrimientos que tuvo durante la
preparación y rodaje de la película con la que ganó un Oscar "Nicolas y
Alejandra", dirigida por Franklin J. Schaffner (1971),
“fue una película enorme, con un año de preparación, un presupuesto ilimitado,
fue una pesadilla organizarla, teníamos miles de figurantes y yo tenía entonces
30 años, y tenía que dirigir a gente mayor que yo y además, durante ese período
me casé. Cuando terminé esta película decidí no trabajar más en el cine,
decisión que no cumplió cuando le ofrecieron trabajar en la película “Jesucristo
Superstar”, dirigido por Norman Jewison (1973). Pero le sorprendió tener que
pasar por unas pruebas antes de obtener el trabajo. Pensaba que habiendo
obtenido un Oscar todo sería más fácil, pero se dio cuenta que en el mundo del
cine las cosas no son así y que se tiene que demostrar la valía en cada
película. Y lo aceptó. “El cine me encanta y no sabría hacer otra cosa, pero a
veces se produce un sentimiento de amor odio; nunca es fácil; cada película es
un mundo; cada película es un trabajo en equipo”. Afirmó que nunca trabaja
sola, además del director que es fundamental, porque todo se mueve alrededor de
él, tiene reuniones con mucha gente, con el departamento de Arte, con el director
de fotografía, con la directora de casting, etc. Explicó su sistema de trabajo
“Lo que hago normalmente antes de poner el lápiz en el papel es una composición
de cada traje, de las telas, elijo primero las telas y luego hago el boceto.
Intento pintar lo mejor posible la cara del actor o de la actriz para que
cuando le enseño el boceto al director el vea exactamente lo que va a ser el
producto terminado, para ver si le gusta o no. Al final lo importante es hacer
lo que le gusta al director”. Dijo que no todas las figurinistas saben dibujar pero
considera que tampoco es necesario. Aseguró que a ella le cuesta dibujar y que siempre
está borrando hasta que le gusta lo que hay en el papel, es entonces cuando ya
tiene claro que el traje va a funcionar.
Sandra Sánchez explicó, que a diferencia del
director de fotografía, no ha tenido que ir a ninguna escuela ni Universidad
porque tampoco existen. Es un trabajo que requiere intuición y experiencia.
Recordó que empezó muy joven con 20 años, en una agencia de Barcelona y allí ya
empezó sus pinitos en el casting. Con gran sentido del humor dijo mirando a
Yvonne Blake, “Ella viste a los actores y yo los desvisto” refiriéndose a una
escena de la película "El perfume", dirigida por Tom Tykwer (2006),
en la que tuvo que hacer casting a numerosos figurantes que tenían que aparecer
desnudos. Destacó el papel del director con quien trabaja siempre a su lado.
Aclaró que no pretende ser directora de los actores dentro del mundo del
casting ya que para eso están los directores. En ese sentido, recordó unas
palabras del director Jaime Chavarri que
siempre le decía “que hay muchas directoras de casting que no tienen
criterio y se hacen llamar directoras de casting”. Reconoció que la mayoría de
personas que se dedican al casting tienen un sexto sentido y que lo que a ella
le gusta realmente es trabajar con el director.
Elisabet Prandi explicó que todos los
trabajos que realiza dentro del cine encajan a la perfección con el título de
“los otros” ella está en el grupo de fotografía, como directora de fotografía y
como operadora de cámara, está en el equipo de realización y está en el equipo
de producción. Su gran pasión desde niña es la fotografía. Aprendió fotofija y
siguió su preparación para directora de fotografía en una época en que no había
escuela en Barcelona. Recordó que dentro del equipo de fotografía hay “otros”
también como son los ayudantes de cámara y los auxiliares. Justificó de alguna
manera estar en tantos ámbitos para asegurarse que la película pudiera
realizarse. Una cosa le llevó a otra. “Para fotografiar lo que yo quiero tengo
que ser la realizadora pero me doy cuenta que para poder realizar necesitas un
productor y entonces me paso también a la producción”. Reconoció que ahora la
producción está difícil lo que hace replantear proyectos, si les gusta o no a
televisiones del extranjero, implica entrar
en el mundo de los mercados, de ir a festivales, de hacer pitchings. En su
relación con los “otros” y las “otras” comentó que durante muchísimos años ha
sido bastante increíble la situación de una directora de fotografía o una
operadora de cámara. Habían productores que no entendían que hubieran mujeres
que se dedicaran a esta profesión, hasta el extremo que hasta hace apenas tres
años, en una asociación que es de mujeres cineastas y del mundo audiovisual,
Cima, en la que quiso entrar, no contemplaban la figura de la directora de
fotografía. Se puso en contacto con esa asociación y les dijo que no se podía
inscribir en ella porque su profesión no constaba. Cima lo planteó en una
reunión de la junta directiva e incorporó esta nueva categoría. Apuntó que
tampoco se incluían las especialidades de foquistas ni ayudantes de cámara.
Expresó también su interés en trabajar en producciones grandes “Como directora
de fotografía tienes que saber manejar un equipo de cámara, un equipo de
eléctricos, es bastante apasionante”, pero por otro lado también le gusta hacer
documentales más personales.
El tema dio para mucho y la participación del
público fue notable. Al final del acto se hizo entrega a Yvonne Blake del
diploma que la acredita como Patrona de Honor de la Fundación Aula de Cine
Colección Josep M. Queraltó.
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