domingo, 4 de septiembre de 2011

Encuentro con Raúl Rodríguez, fundador de la Bienal de Cine Español en Annecy



Apunto de agotarse el período vacacional, el 31 de agosto, hicimos una breve visita a la bonita ciudad medieval de Annecy, capital de la Alta Saboya (Francia), cerca de Ginebra, donde reside nuestro buen amigo Raúl Rodríguez, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a promocionar la cultura española y muy especialmente el cine español. Fue uno de los fundadores de la Bienal de Cine Español en 1983. Desde entonces y hasta el 2002 fue alma mater y director del certamen en el que han pasado destacados directores como Ventura Pons, Alejandro Amenábar, Iciar Bollaín, Isabel Coixet, David Trueba y Benito Zambrano. La Bienal, creada inicialmente para sustentar el déficit de presencia de cine español en Francia, pretende reflejar la producción cinematográfica española y ofrece la oportunidad de conocer la cultura hispánica, promoviendo así la excepcionalidad cultural y permitiendo familiarizar al público francés con temas de actualidad de la sociedad española. El festival da a conocer la obra de directores reconocidos así como la de jóvenes generaciones de cineastas. Ha contribuido a un mejor reconocimiento del cine español y se ha convertido a lo largo de los años, en una referencia internacional. Entre las entidades colaboradoras destacan la Asociación para la Difusión de la Cultura Hispánica (A.D.C.H.), el Ministerio de Cultura (España) a través del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (I.C.A.A), el Instituto Cervantes (Lyon) y la Fundación Audiovisual de Andalucía.
Raúl, profesor de lengua española hasta su jubilación en el 2000, que sigue vinculado muy activamente con la Bienal de cine español, asesorando y realizando el catálogo, ejerció de excelente anfitrión mostrándonos los lugares más emblemáticos de la villa. Nosotros le entregamos los dos últimos catálogos de la Fundación, “De las sombras al film”, editado por la Universidad de Málaga en 2010, y “Barcelona, la façana del cinema”, editado por la Fundación Aula de Cine Colección Josep M. Queraltó, material que Raúl devorará con pasión como buen amante que es del séptimo arte y todo lo que le rodea procedente del país del que es oriundo: España. Este ex profesor de lengua española, nos recordó que la próxima edición de la Bienal se celebrará en 2012, aunque en esta ocasión no se hará en el Théâtre Bonlieu Scène nationale ya que en breve iniciará unas obras de reforma.

Biblioteca Abacial de San Galo, "la farmacia del alma"

Annecy fue una de las últimas poblaciones que recorrimos de una ruta que iniciamos el 19 de agosto que nos llevó hasta Riga (Letonia). Pasamos por variados lugares como St. Gallen e Interlaken (Suiza), Cracovia y Varsovia (Polonia), Vilnius (Lituania), Bratislava (Eslovaquia) y Praga (Chequia). Precisamente en St. Gallen hicimos una parada para visitar la Biblioteca Abacial de San Galo, una de las más ricas y antiguas del mundo ubicada en la Abadía benedictina de San Gall, inscrita en 1983 en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO, y desde hace más de doce siglos uno de los principales centros culturales en Europa. Maravillados por la belleza del lugar y su elevado contenido cultural, no quisimos abandonar la Biblioteca sin dejar algo muy adecuado para este espacio difusor del conocimiento que algunos no dudan en denominar “la farmacia del alma”, un libro, el catálogo “Barcelona, la façana del cinema”, que para la Fundación Aula de Cine Colección Josep M. Queraltó es un honor que se guarde entre las estanterías de este lugar histórico cuyo origen se remonta al 612 d.C., cuando el monje peregrino irlandés Gallo se estableció en este lugar junto con muchos de sus discípulos. Con la introducción de la Regla benedictina, que imponía a los miembros de la comunidad cenobita la lectura cotidiana, comenzó a desarrollar el 'scriptorium', la oficina donde los monjes copistas se dedicarían al arte de la caligrafía, la decoración y la encuadernación. Muchas bibliotecas en el mundo conservan todavía manuscritos hechos por los benedictinos de San Gall. Al 'scriptorium' se sumaron luego una escuela y una biblioteca que harían de San Gall uno de los centros de estudio y del saber más luminosos de Europa.





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