Por primera vez, la Fundación Aula de Cine
Colección Josep M. Queraltó patrocinó una semana -del 4 al 8 de julio-de los
cursos de verano de la Universidad de Barcelona (UB) celebrado del 4 al 22 de
julio. Titulado “Cine: desde los orígenes hasta la Guerra Civil Española”, este
curso planteó una reflexión sobre la contribución del cine a la representación
de la memoria histórica en dos momentos claves de la historia del séptimo arte:
los inicios y el período de la Guerra Civil Española, ochenta años después.
Las ponencias que se presentaron fueron:
1. ¿El
cine es una herramienta válida para aprender historia? Por Josep Maria
Caparrós Lera, catedrático emérito de Historia Contemporánea y Cine de la
Universidad de Barcelona.
2. La
memoria histórica y el discurso fílmico, por Francesc Sánchez Barba,
profesor asociado de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona y director
adjunto del Centre d’Investigacions Film-Història
3. La
experiencia mágica del cine, por Jordi S. Bonet, vicepresidente de la Fundación
Aula de Cine Colección Josep M. Queraltó.
4. Arquitectura
de la cinematografía, por Josep M. Queraltó, presidente de la Fundación
Aula de Cine Colección Josep M. Queraltó.
5. La
Guerra Civil española, 80 años después, por Andreu Mayayo, catedrático de
Historia Contemporánea y vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia.
6. Testimonio
de un tiempo: Joan Mariné, una vida al servicio del cine, por Joan Mariné,
director de fotografía y restaurador fílmico.
7. La
Guerra Civil Española a través del cine, por Magí Crusells, profesor
asociado de Historia Contemporánea y director del Centre d’Investigacions
Film-Història.
¿El cine es una herramienta válida para aprender
historia?
Interesante ponencia que siguieron muy
atentamente los asistentes al curso. El ponente, el Dr. Josep Maria Caparrós,
ofreció su visión personal favorable a la pregunta formulada y acompañado de
argumentos que la refrendaba. La
importancia del cine en el ámbito historiográfico, recordó que fue defendida en
1974 ante la UNESCO por Martin A. Jackson (cofundador de una de las instituciones
estadounidenses que mejor ha defendido el papel del cine dentro de la Historia,
The Historians Film Committee): “Es imposible comprender la sociedad
contemporánea sin referirse a los filmes que se han venido realizando desde
hace 70 años. El cine, y no debemos cansarnos de repetirlo, es una parte
integrante del mundo moderno. Aquel que se niegue a reconocerle su lugar y su
sentido en la vida de la humanidad privará a la Historia de una de sus
dimensiones, y se arriesgará a malinterpretar por completo los sentimientos y
los actos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.”
Caparrós apoyó su tesis con el ejemplo dos
clásicos del séptimo arte “El nacimiento de una nación” de Griffith, y “El gran
dictador”, de Charles Chaplin.
Más aportaciones a su discurso fueron las
opiniones de historiadores y destacadas personalidades vinculadas al cine: Peter
Burke, historiador especializado en la historia social y cultural de la primera
Edad Moderna en Europa y estudioso de la historia social del conocimiento: “Dada
la importancia que tienen la mano sujeta a la cámara, y el ojo y el cerebro que
la dirigen, convendría hablar del realizador cinematográfico como historiador
(…)”; Thomas A. Edison, empresario e inventor norteamericano: “Estoy gastando
más de lo que tengo para conseguir un conjunto de 6.000 películas, a fin de
enseñar a las 19 millones de alumnos de las escuelas estadounidenses a
prescindir completamente de los libros”; David W. Griffith, director de cine: “Llegará
un momento en el que a los niños en las escuelas se les enseñe prácticamente
todo a través de películas. Nunca más se verán obligados a leer libros de
Historia”; Boleslas Matuszewski, polaco considerado como el gran precursor del
cine y del documental, afirmó en el diario Le Figaro en 1898, recién nacido el
cine: “esta simple cinta de celuloide impresa constituye no solo una prueba de
la historia sino un fragmento de historia en sí misma”; el historiador francés
Marc Ferro afirmó en 1975: cada film tiene un valor como documento, no importa
del tipo que sea (...). El cine, sobre todo el de ficción, abre una vía real
hacia zonas socio-psicológicas e históricas nunca abordadas por el análisis de
los documentos”; Shlomo Sand, historiador israelí, aseguró en 2004: “los
historiadores, a pesar de todas las dificultades que ello pueda entrañar,
tienen que estar atentos a los relatos del pasado que realizan el cine y la
televisión, e integrarlos en las discusiones y en los programas de estudios”; y
Robert A. Rosenstone, autor e historiador norteamericano, manifestó en 1995: “Ha
llegado el momento en que el historiador debe aceptar el cine histórico como un
nuevo tipo de historia, que, como toda historia, tiene sus propios límites. Por
ofrecer un relato diferente al de la historia escrita, al cine no se le puede
juzgar con los mismos criterios. La historia que cuenta el cine se coloca junto
a la historia oral y a la historia escrita”.
Josep Maria Caparrós, inspirado por los
trabajos de Ángel Luis Hueso, considerado por muchos el pionero en nuestro país
en introducir los estudios que relacionan el cine y la historia, y con la ayuda
de Rafael de España, introdujo el cine como
fuente histórica en la universidad de
Barcelona; de forma paulatina se creó, en 1983, el Centro de Investigaciones
Film-Història, y en 1989 introdujo una sección de cine dentro del departamento
de historia contemporánea de la Universidad de Barcelona gracias al
cual se comenzó a impartir la asignatura
‘Historia contemporánea y cine’. A través
de esta asignatura y de la creación de la
revista “Film-Història”, editada desde
1991, Josep Maria Caparrós se ha encargado de
divulgar el valor del cine como
fuente histórica y herramienta didáctica. Su
ejemplo ha servido a otros para
impulsar el valor del cine y su aplicación
educativa, entre los que cabe citar a Esteve
Rimbau, Joaquín Romaguera, José Enrique
Monterde, José Luis Sánchez Noriega
y Tomás Valero Martínez, creador del sitio
web ‘CineHistoria.com’.
La memoria histórica y el discurso fílmico
Francesc Sánchez Barba hizo una ilustrativa conferencia sobre la visión de la Guerra Civil Española desde la muerte del
dictador y como se ha tratado la figura de Franco a través de las películas documentales
antitéticas “Franco, ese hombre” (1964) de José Luis Sáenz de Heredia, y “Caudillo”
(1975) de Basilio Martín Patino. Además de llevar al exilio buena parte de los
profesionales que habían hecho de Barcelona la capital cinematográfica de la
Península Ibérica desde los primeros pasos del séptimo arte hasta entonces, la
represión franquista recayó sobre muchos cineastas que decidieron quedarse en
Cataluña después del conflicto.
Francesc Sánchez Barba distingue en la
relación Cine y Memoria 4 niveles: la conceptualización, los espacios e
instituciones, la celebración de congresos, la disponibilidad del séptimo arte
y dos ejemplos como son los exilios y las migraciones.
Basándose en la obra del francés Paul Ricoeur
(Valence, 1913), uno de los exponentes máximos de la filosofía hermenéutica
europea que tiene como uno de los ejes de su teoría la reelaboración del texto
por parte del lector, Francesc Sánchez analiza la construcción de la identidad
colectiva sobre la representación común del pasado -es decir la memoria- como
una de las dimensiones y uno de los rasgos distintivos fundamentales de la
identidad nacional. Paul Ricoeur postula una política de la justa memoria, a
raíz de las manipulaciones y abusos a los que la memoria se ha visto sometida,
bien sea por parte de las ideologías que imponen el olvido, o de las
conmemoraciones forzadas que imponen el recuerdo.
Hizo referencia a la exposición “Cinema en temps
de guerra exili i repressió 1936-1975” y el IV Congreso Internacional de
Memoria Historica y Cine Documental que se celebró los días 3,4 y 5 de
septiembre de 2014. Con motivo del 75 aniversario del estallido de la Guerra
Civil española (1936-1939), la Universidad de Barcelona lo conmemoró con una
exposición, comisariada por Josep Maria Caparrós y Magí Crusells. Esta
exposición, que estuvo en el Espacio Memorial Democrático desde septiembre
hasta diciembre de 2010, mostraba al público la efervescencia cinematográfica
que vivió Cataluña durante la Guerra Civil, y documentaba las consecuencias que
tuvieron en el campo del cine la derrota de la Segunda República, el exilio y
la represión posteriores. Se exponían documentos inéditos de la represión,
como, por ejemplo, fichas elaboradas por entes estatales como la Delegación del
Estado para la Recuperación de Documentación del Ministerio de la Gobernación y
Expedientes Militares o el Tribunal Especial de la Represión contra la Masonería
y el Comunismo. Algunos de los hechos que se exponían son más o menos conocidos
por el público: la colectivización de las salas de cine por los sindicatos o la
labor del Comisariado de Propaganda de la Generalidad de Cataluña a través de
Laya Films, por ejemplo. Otros fueron rescatados del olvido, especialmente las
vicisitudes biográficas de profesionales del cine obligados al exilio o
represaliados.
Francesc Sánchez Barba hizo referencia a la
batalla del Ebro, determinante en la Guerra Civil Española. Durante 115 días
las mejores unidades de los ejércitos republicano y franquista se enfrentaron
por las sierras y campos de la Terra Alta y la Ribera d’Ebre siendo la batalla
más dura, sangrienta y decisiva de toda la guerra. La batalla arruinó los
pueblos y campos que fueron su escenario, dejando un balance de 120.000 bajas
entre ambos ejércitos: 30.000 muertos, 75.000 heridos y 15.000 prisioneros.
Se han creado instituciones y museos para
preservar la memoria histórica pensando en un futuro mejor. En Cataluña se creó
el Memorial Democràtic, una institución pública que tiene por misión la
recuperación, la conmemoración y el fomento de la memoria democrática en
Cataluña (1931-1980), en concreto la Segunda República, la Generalitat
republicana, la Guerra Civil y las víctimas por motivos ideológicos, de
conciencia , religiosos o sociales, así como la represión a personas y
colectivos por parte de la dictadura franquista -incluyendo la lengua y la
cultura catalanas-, el exilio y la deportación. El Memorial Democrático
rememora la lucha antifranquista y la transición a la democracia hasta las
primeras elecciones al Parlamento de Cataluña. Pone en el centro de su
actividad la dignidad de la persona, los valores democráticos y el respeto por
los derechos humanos, para que la barbarie no se vuelva a repetir ni aquí ni en
ninguna parte.
Otra entidad que destacó fue el Museo de historia
de la inmigración de Cataluña (MhiC) inaugurado el 20 de noviembre de 2004 en
la Masia de Can Serra, en San Adrià de Besòs, iniciativa que comprende una exposición
permanente dividida en tres ámbitos, una sala de exposiciones temporales y un
centro de documentación que se gestiona como un centro de recursos atendiendo
las consultas vía e-mail. Asimismo, el espacio expositivo tiene una
programación anual que trabaja la temática migratoria y el diálogo
intercultural.
El Museo Memorial del Exilio (MUME) es un
espacio para la memoria, la historia y la reflexión crítica. Es un centro de
interpretación que recuerda los exilios provocados por la Guerra Civil en
España y en Cataluña. Sobre todo, el exilio de los vencidos en aquella
contienda indisolublemente ligada a la Europa del ascenso de los totalitarismos
y que fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los hombres y
mujeres exiliados en 1939 continuaron luchando por la libertad desde las filas
de la Resistencia francesa y también desde otros frentes de guerra de la Europa
ocupada por el fascismo. Sin embargo, unos cuantos miles fueron enviados a los
campos de concentración nazis en un viaje que, para la mayoría, fue sólo de
ida. Otros regresaron, de grado o por fuerza, a la España de Franco donde
sufrieron persecución, prisión y muerte y, todos ellos, la tortura del silencio
impuesto, del exilio interior. Muchos de ellos tuvieron que buscar asilo a miles
de kilómetros, en tierras europeas, americanas o africanas.
Situado en el mismo paso fronterizo por donde
huyó la mayor parte de los exiliados, el MUME compagina las funciones
museísticas, a través de la muestra permanente y las exposiciones temporales, con
las de investigación histórica y de difusión pedagógica. Siempre con una mirada
amplia que vincula el pasado con el presente, porque los conflictos que
provocan exilios han sido una constante en la historia del siglo XX y siguen
siéndolo hoy en día.
La magia del cine y arquitectura de la cinematografía
Jordi S. Bonet y Josep M. Queraltó se
repartieron la primera parte de la sesión que se celebró el 5 de julio. Bonet
introdujo a los asistentes a los inicios del cine, ayudado de imágenes y
filmaciones, que mostraban espectáculos y juegos que buscaban el movimiento
como las pinturas rupestres o las sombras chinescas, de Java o europeas y los diferentes
inventos que llevaron a la primera cámara de cine, el cinematógrafo de los
hermanos Lumière tales como el zootropo, el praxinoscopio, el invento de la
fotografía, la kinora y el celuloide.
Josep M. Queraltó sorprendió a los asistentes
con una clase magistral sobre la arquitectura de una sala de cine, explicó,
ayudado de esquemas muy detallados, sobre las diferentes partes que constituyen
la misma: las características de una pantalla, los diferentes sistemas de
sonido, número de altavoces que se utilizan, la disposición de las butacas, la
cabina de proyección y los aparatos que se utilizan.
La segunda parte de la sesión consistió en la
proyección de la película documental “JMQ, en busca de un sueño”, dirigida por
Antoni Verdaguer, producida por la Fundación Aula de Cine Colección Josep M.
Queraltó y AMC. El documental muestra, a lo largo de 88 minutos, la figura de
Josep Maria Queraltó, la parte humana, un hombre autodidacta nacido en un
pueblo del interior de Cataluña, Vallbona de les Monges (Lérida), durante la
Guerra Civil Española, que desde su juventud se siente atraído por la técnica
del cine, la de las salas de exhibición, y que ya en edad adulta crea una
empresa (Kelonik) dedicada al suministro de material cinematográfico que
realiza el 80 por ciento de las multisalas en toda España y actualmente ha
entrado en mercados internacionales como Rusia y Brasil. A través de parte de
su colección y filmaciones en diferentes escenarios (Barcelona, Madrid,
Vallbona de les Monges, Lyon, Paris, etc.), el documental hace un recorrido por
las diferentes etapas de la evolución técnica del cine, con entrevistas a más
de 30 figuras notables del mundo del cine, entre ellos Isona Passola, Esteve
Riambau, Yvonne Blake, Juan Mariné, Ana Arrieta, Tomàs Pladevall, Laurent
Mannoni, Constantin Costa Gavras, Josep M. Aragonés, Josep Maixenchs,
Jean-Claude Seguin, Lourdes Cirlot, Josep Maria Caparrós, Emilio Gutiérrez
Caba, José Batlle, Josep Fiestas, Camilo Tarrazón y Antoni Vilacasas. El
documental cuenta con una banda de música original compuesta por Alfred
Tapscott y grabada por la Sinfónica de Sofía en Bulgaria y mezclada en Los
Ángeles.
La Guerra Civil española, 80 años después
En su ponencia, titulada "La Guerra
Civil española, 80 años después", Andreu Mayayo hizo una retrospectiva de
cómo el conflicto bélico fratricida había incidido en la sociedad española
desde la Transición democrática hasta la actualidad. Empezó, en la primera
parte, haciendo una referencia al reciente conflicto en Tortosa, en el que los
ciudadanos votaron a favor de mantener el monumento alegórico a la batalla del
Ebro en el río, en contra de la ley de la Memoria Histórica, para ir
retrocediendo con la polémica retirada de estatuas ecuestres de Franco, en
Santander y Valencia, que generaron disparidad de opiniones entre los
ciudadanos. Todo ello ilustrado con documentales.
En la segunda parte de su conferencia, se
centró en la figura del dictador, realzada en la película "Franco, ese
hombre" (1964), dirigida por José Luis Sáenz de Heredia -primo hermano de
José Antonio Primo de Rivera-, con motivo de los llamados 25 años de Paz, y la
réplica que hizo Basilio Martín Patino, con el largometraje
"Caudillo" (1975), estrenada en 1977, después de la muerte de Franco.
Proyectó secuencias de estos dos documentales antagónicos, realizadas en épocas
y contextos diferentes.
En su conferencia quedó de manifiesto que las
heridas de la Guerra Civil española aún no están cicatrizadas, después de 80
años.
Testimonio de un tiempo: Joan Mariné, una vida al
servicio del cine
El curso tuvo un ponente de excepción, Juan
Mariné, director de fotografía con un largo currículum, con 130 películas en su
haber y todavía afortunadamente en activo desarrollando una importante labor
como restaurador fílmico. Testigo de una época que marcó la historia de España,
su ponencia consistió en explicar el tiempo que le tocó vivir, con sus
experiencias, anécdotas y recuerdos.
A los catorce años se inició en el mundo del
cine como auxiliar de cámara, en la productora Eos Films, de la que sus padres
eran accionistas; de allí pasó a trabajar con Laya Films durante la Guerra
Civil. Al final de la guerra recuperó su antiguo lugar en Barcelona hasta que,
en 1947, se trasladó a Madrid, montó su propio estudio fotográfico y comenzó a
trabajar como director de fotografía.
A lo largo de su dilatada carrera profesional
ha trabajado con los directores cinematográficos españoles más importantes; en
colaboración con Antonio del Amo hizo películas como “Noventa minutos” (1949), “Alas
de juventud” (1949) y “Día tras día” (1951), además de las protagonizadas por
Joselito, como “Saeta del ruiseñor” (1957) y “El ruiseñor de las cumbres” (1958).
Con José María Forqué hizo, entre una larga lista, “Niebla y sol” (1951), “091,
policía al habla” (1960), “Usted puede ser un asesino” (1961), “Accidente 703”
(1962), “El juego de la verdad” (1963), “Vacaciones por Yvette” (1964) y “Un
millón en la basura” (1966). Asimismo, estuvo a las órdenes de Manuel Mur Oti
en “Orgullo” (1955), “El batallón de las sombras” (1956) y “Duelo en la cañada”
(1959). Otras de las figuras de la escena española con las que trabajó fue
Pedro Lázaga, especialmente en el género de la comedia, algunas de las más
famosas de la veintena que hicieron fueron “La ciudad no es para mí” (1965) y “hasta
al dinero tiene miedo” (1970); con Pedro Masó, realizó “Experiencia
prematrimonial” (1972), “Una chica y un señor” (1973) y “Un hombre como los
otros” (1974) y, finalmente, con Juan Piquer, hizo sus últimas películas: “Mil
gritos tiene la noche” (1982) y “Muerte viscosa” -también conocida por “Slugs”-
(1987).
La segunda parte de su clase consistió en la
proyección del documental Cinema en temps
de guerra (Bartomeu Vilà, 2014), que se pre estrenó el 5 de septiembre de
2014 en la Filmoteca de Cataluña, en el marco del IV Congreso Internacional de
Memoria Histórica y Cine Documental organizado por la Universidad de Barcelona.
La producción cinematográfica en Cataluña no
se detuvo durante la Guerra Civil Española. Los diferentes partidos y
sindicatos y la propia Generalitat plasmaron, en documentales y películas de
ficción, una combinación de propaganda y creatividad ante la sublevación
fascista. Juan Mariné, participó en la producción de muchos de estos filmes.
“Cinema en temps de guerra” muestra las vivencias de Mariné, en ese período
convulso, testigo de excepción de un momento de la historia del cine que se
hacía en Cataluña que, a pesar de la precariedad económica, la falta de medios
y las difíciles circunstancias internacionales, se caracterizó por su alta
producción y su innovación en las formas y los contenidos. El film, que ha
contado con la colaboración del Centre d’Investigacions Film-Història de la
Universidad de Barcelona y del Memorial Democrático, hace un recorrido por la
producción cinematográfica en Cataluña en los años de la Guerra Civil. Incluye
fragmentos de más de 40 películas, entre ellos, algunos inéditos, recientemente
descubiertos, como el de “Paquete, el fotógrafo número uno”, film protagonizado
por los entonces jóvenes y desconocidos actores Mary Santpere y Paco Martínez
Soria y en el que participó.
El documental quiere rescatar del olvido a
sus autores y sus películas, contribuyendo así a la recuperación de la memoria
histórica de un cine que fue intencionadamente apartado y olvidado. Juan Mariné
-el último superviviente del equipo de Laya Films, la productora de la
Generalitat republicana- ha sido el encargado de la restauración de gran parte
del material fílmico realizado durante los años de la guerra.
La Guerra Civil Española a través del cine
Magí Crusells, coordinador del curso, presentó una ponencia muy
ilustrativa sobre la producción cinematográfica que se realizó durante la guerra
civil y el franquismo y la censura que se practicaba en los títulos y carteles
publicitarios de las películas que llegaban de fuera, sobre todo de Hollywood,
a España. Explicó, por ejemplo, la modificación que la censura de entonces hizo
en el cartel publicitario del documental “Estrellas de ayer”, en el que
aparecían destacadas figuras del cine mudo, entre ellas Charles Chaplin, pero que,
en España, se le hizo desaparecer, ya que por esa época había dirigido e
interpretado “El gran dictador”.
Durante su ponencia proyectó fragmentos de
documentales que reproducen la evolución del conflicto español, entre otros, “Reportaje
del movimiento revolucionario en Barcelona” (1936); “Frente de Vizcaya” (1937);
“Jornadas de victoria. Teruel” (1938) y “Refuge” (1939).
El último día, la Fundación Aula de Cine Colección
Josep M. Queraltó hizo el nombramiento de Patrono de Honor a Josep Maria
Caparrós. El acto contó con la presencia de la Dra. Lourdes Cirlot, catedrática
de Historia del Arte y vicerrectora de Relaciones Institucionales y Cultura de
la Universidad de Barcelona.
Un grupo de alumnos que recibieron las primeras becas otorgadas por la Fundación Aula de Cine Colección Josep M. Queraltó en este curso de cine de "Els juliols" de la UB.
Josep M. Queraltó hizo entrega, en presencia de la Dra. Lourdes Cirlot y Juan Mariné, el diploma que acredita al Dr. Josep M. Caparrós como Patrono de Honor de la Fundación Aula de Cine Colección Josep M. Queraltó
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